Creo que lo se…

Lo que creo saber y cómo lo se…

La noche que perdí una estrella entre tu pelo.

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Do you remember?Hacía tiempo que no me miraba en ningún camino. Me refiero a que cuando caminamos solemos mirarnos de forma inconsciente la punta de los pies, pero hoy he preferido ignorar lo obstáculos y mirar al cielo. He descubierto que cuando me siento triste las noches estrelladas llaman mi atención más de lo habitual. Hoy, la luna era tan solo una rodaja de noche iluminada mal colgada del firmamento, como si el encargado de la noche tuviera un cita importante y se hubiera  limitado a cumplir con el expediente de poner, más o menos, cada luminaria en su sitio. Mi camino estaba separado entre dos mundos tan distintos que resulta difícil pensar que están sobre la misma tierra. A un lado de mi cabeza estaba el mar, ronroneando como un gato recién comido; al otro la sierra madre despegaba agitando los enormes troncos de las palmeras como si pretendiera llamar mi atención. El cielo estrellado era el único punto de contacto entre dos universos convergentes y yo. Yo, si. Tan poca cosa entre tanta inmensidad, atreviéndome a criticar la luna invertida de la mecánica celeste. Se por qué me cautiva tanto la noche. Es porque soy miserablemente pequeño,  poco más que una semilla al pie de un bosque. Divago de forma absolutamente prescindible en números complicados que me permitan saber si la existe la probabilidad de que alguien este mirando exactamente ahora esa misma estrella que yo miro. La luna no me vale, está cubierta de miradas de amantes, pero esa estrella, esa luz mortecina que tal vez pertenezca al sol de un planeta ya extinto, esa estrella es mía. ¿Y si la estuvieras mirando, justo ahora, tu también? No puede existir mayor comunión que dos miradas al infinito confluyendo en un punto que solo tiene significado para ti y para mí. Sé que la matemática está en mi contra, pero déjame abrazar con fuerza esa posibilidad, ese secreto que únicamente nosotros conocemos. Desconozco el nombre de esa estrella. No sería difícil de descubrir pero no quiero hacerlo porque ya la he bautizado. Es tu estrella. Seguramente tiene un nombre precioso, tal vez un nombre árabe como tantas otras luminarias. Tal vez esconda su belleza tras un velo, como hace las mujeres en lejanas tierras, pero no es por ocultar su belleza de los ojos de los hombres: es porque los hombres no podrían resistir tanta perfección sin enloquecer. ¡Sí! Definitivamente es tu estrella. Inconscientemente tu nombre empieza a martillear mis oídos. Sé que no es cierto, que no oigo nada, que es la sangre que bulle en el interior de mi cuerpo lo que produce ese redoble que yo convierto en tu nombre, pero este conjunto de mentiras iluminadas por la luz evanescente de la noche poco a poco van dando cuerpo a una visión. Sé que estas en ese rizo de aire que caracolea a mi alrededor, que me toca aquí y allá… Aun no te veo, pero solo necesito un poco mas de tiempo para que mi mente reclusa construya tu realidad a base de retazos de mis delirios. Ahora incluso te puedo oler. Más correcto sería decir que puedo ver tu perfume, porque en el aire solo discuten los aromas arrojados por el mar y la vegetación húmeda que viene arrastrándose desde el bosque. Es cierto, veo una pieza de seda flotando que es la esencia de los aromas. Es un poco de vainilla con un golpe cítrico tan leve como persistente y –sobre ella- florecen chispas que recuerdan a las violetas silvestres, con ese olor a fruta madura que embriaga hasta marearme. Hay más. Si… Tras la seda está definitivamente el mar, donde se reflejan retorcidas todas las estrellas. Incluso aquellas que no veré jamás. Todo mi universo eres tú… Y ahora te estás disipando de nuevo en tus partículas elementales, aquellas cuya ciencia dice que haga lo que haga, estas muy lejos de mí… aunque la distancia no sea el problema.

De nuevo estamos solos el camino y yo. Me cuesta dar un paso más. Temo dejarte atrás y no ser capaz de volver a verte de nuevo. Tal vez algún día, cuando se seque definitivamente el mar de mis ojos y la sangre tome su lugar, esté preparado para olvidarte, pero esta noche… Esta noche miro hacia atrás de reojo. Por si acaso.

Written by Juan Manuel Sánchez-VIlloldo

31 May, 2014 a 23:17

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