Creo que lo se…

Lo que creo saber y cómo lo se…

Posts Tagged ‘Jean Rostand

El ADN pobre.

leave a comment »

220px-Jacques_Monod_nobelEn 1910, tal día como hoy, venía al mundo en París Jacques-Lucien Monod.  No es un nombre conocido: no es famoso. Con ese nombre podría ser uno de esos cantamañanas que Francia ha dado al mundo al estilo de Jean Cocteau. Una de esas personas que parece que sólo están para hacer frases grandilocuentes sobre lo que los demás hacen. Tampoco es un diseñador de moda, un cocinero innovador ni un “furbolista”. No: solo se trata de un biólogo.

No hace mucho comentaba yo cómo el ecologismo de pan y melón ha enterrado a la biología de verdad entre montones de noticias sobre aguerridos defensores de las ballenas y gente poniéndose en pelotas para pedir el fin de las corridas de toros, cosa que me parece – la reivindicación- estupenda. Aunque no esté de acuerdo en las formas debemos proteger el entorno y todos los seres que forman parte de ese entorno. Pero también me gustaría que alguno de esos activistas abriera un libro de vez en cuando. La magia de la palabra “ecologismo” parece ser suficiente para algunos, pero es imposible defender eficientemente aquello que no se conoce. El hombre sólo puede dominar aquello que es capaz de definir. Cuando intento hablar con alguno de ellos y les pregunto sobre Jean Rostand, Allaby y Lovelock, o el mismo Monod y – tras ver la cara de haba con la que me miran- no tardo en escuchar una frase del tipo: “La biología es una cosa y la vida es otra”.  Ante una afirmación tan sesuda a uno le viene a la cabeza aquello de:

– ¿Estudias o trabajas?

– ¿Lo cualo?

– Nada… que a ver en qué trabajas…

Cuando yo llegué a la Facultad de Ciencias recuerdo que un profesor me dijo: “Actúa cuando estés preparado” y me pareció una afirmación lógica para un científico. No especules. Estudia, aprende, domina y sólo después postula. Dado que no fui capaz de terminar mis estudios de biología me limito a lo que sí se hacer: contar cosas.

rostand-jeanJean Rostand, mi biólogo de cabecera, contemplaba la figura del biólogo puro, del experimentalista que sin grandes conocimientos fuera de la ciencia de la vida pura y dura se movía por un laboratorio como si hubiera nacido en él. Dejo vagar la mirada por mis estanterías (¡cuánto las echo de menos durante los viajes!) y me topo con la “Materia Cytologica” del Dr. Jesús Moya. Era entonces el profesor de citología y se encargaba de la Zoología del segundo curso. Le recuerdo diciendo: “El laboratorio no es más que una cocina: nos ponemos muy serios con bata blanca y corbata, pero en el fondo trituramos, calentamos, enfriamos y escurrimos cosas, como en cualquier cocina”. La vida, entendiéndola no como un conjunto de vivencias personales más o menos constructivas, es estructuralmente muy complicada. Aun nos damos contra muros inamovibles cuando queremos profundizar un poco en sus causas y en sus consecuencias. Planteamos teorías que hoy parecen axiomas y que mañana se desvanecen como el perfume de una flor. Es muy importante salvar a los cetáceos, a los toros de lidia e incluso a minúsculos insectos de los que nadie se acuerda.  pero es absurdo –aunque útil- salvarlos por pena. Tenemos que conservar la especies por que son importantes en sí mismas y no por los sentimientos que nos puedan causar. Es imperativo “saber” tanto como “hacer”. Espero que esto se comprenda y que haya nadie que sólo entienda que yo digo que los que salvan a las ballenas son unos ignorantes. Si a alguien le queda alguna duda que vuelva a leer, por favor

Dr. JacobVuelvo ahora con el Dr. Monod cuya efemérides (si, terminado en S aunque sea singular) celebramos hoy. Aunque no ganó ningún mundial de futbol tiene en su haber un premio Nobel. El fue, junto con François Jacob el descubridor del funcionamiento del  ARN mensajero.  Nos han contado muchas veces el concepto de la doble hélice del ADN y de cómo se abre y cierra como una cremallera, pero ¿sabemos para qué?. Hay muchos que piensan que esto de ADN es un fastidio para sacar la paternidad oculta de los famosos o atrapar a los malos en la escena del crimen. No es así. Vamos por partes: El ADN no es más que una herramienta para codificar proteínas. Proteínas son: la carne tus músculos, tu pelo, tus uñas, el pigmento que da color a tus ojos, tu sangre, tus espermatozoides, las mitocondrias de tus óvulos… Todo tú eres una masa de proteínas con algunos adornos. El ADN es la hoja que acompaña a los muebles de Ikea. Dice qué cosa va en qué sitio. Imagínate una vía de tren, es decir, dos raíles y un montón de traviesas. La información está en las traviesas. Para leer la información hay que quitar un rail y la especie de peine que nos queda se pasa por un lector de código de barras. Ese “peine” es el ARN, el hermano pequeño del ADN del que nadie se acuerda, el ADN pobre, como de segunda división y, sin embargo, es el que hace el trabajo duro.

La televisión a través de diferentes series de detectives, nos hace creer que con el ADN contenido en una colilla se puede saber a qué edad aprendió el delincuente a saltar a la cuerda. Bien: no es cierto.  tampoco lo es que exista una maquinita en la que que pones la muestra en un tubo de ensayo y te da el resultado al momento en una impresora por el otro extremo. El trabajo con ADN es mecánico y tedioso y –muchas veces- no se obtiene mucho más que el sexo del donante. No sabrás si es alto, bajo, rubio o pelirrojo.  Eso sí, por comparación con el ADN de un supuesto familiar, puedes saber la filiación del donante pero sólo si tienes una muestra con la que compararlo. Lo demás, hoy por hoy, aún pertenece a la ficción.

Written by Juan Manuel Sánchez-VIlloldo

8 febrero, 2013 at 23:59