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«PACIENTE 101», por Joseba Paulorena

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paciente 101Hay veces que una obra crece entre tus manos según vas avanzando es sus páginas. Este es el caso de PACIENTE 101 de Joseba Paulorena.

Describe una sociedad tan aséptica que la sensación de control total se escapa del libro, y te hace pensar que nada va a pasar, que lo leerás como parte de un mandato superior y te sentirás satisfecho cuando lo termines y abandones en una estantería para comenzar con otro.

Pues no.

Nada más lejos de la realidad. «Paciente 101» te va a incomodar, va a removerte del sillón y en más de una ocasión te obligará a releer algunos párrafos, angustiado por lo que allí se ha dicho, insinuado.

En una sociedad donde nada se deja al azar, y en la que es necesario un control total de la natalidad, aparece una niña cuya fisiología puede cambiar no solo el mundo, sino el delicado equilibro universal que compete a humanos y xenos, criaturas extraterrestres de diferentes orígenes.

No hay salvación: un pandemia se extiende de forma lenta pero inexorable. No hay tratamiento, no hay vacuna, no hay cura. No hay defensa contra un arma peligrosa con la que nadie contaba enfrentarse jamás: el amor.

Lejos de recrearse en damas o escenas ñoñas, Joseba Paulorena trata el tema con pulso de cirujano, y nos sumerge poco a poco en una sociedad gris que trata a sus miembros como una madre controladora e insensible, que no duda en sacrificar a los hijos cuyas mentes  graba a fuego la siguiente máxima: «Mi vida por la humanidad», y es que no hay recurso más preciado que el propio ser humano.

Procrear para el estado es el modus vivendi del ser humano, algo tan natural como el respirar, en un mundo donde la poligamia es una característica de la sociedad, inseparable como la humedad lo es del agua.

Paciente 101  no es una novela para saltarse páginas, ninguna debería serlo, pero en este caso hacerlo rozaría el sacrilegio.

Written by Juan Manuel Sánchez-VIlloldo

31 May, 2017 at 22:59

Publicado en ficcion, Literatura, novela, Prosa, scifi

Entrevista en NGC3660

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José Jorquera Blanco, me entrevista para NGC3660

Breve: Juan Manuel Sánchez-Villoldo

Written by Juan Manuel Sánchez-VIlloldo

11 noviembre, 2016 at 10:25

La guerras del código

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lasguerradelcodigo_portadaEn una pequeña comunidad de la América rural, los niños desarrollan una salvaje deformidad que hará de ellos asesinos monstruosos bautizados como coyotes.

Tras un primer combate y aparente victoria, otro pueblo es atacado y todos los habitantes devorados. Julián Mozzi,  superviviente de la primera batalla, es convocado para dirigir las operaciones de contención de este nuevo ataque.

Pero esta no es una novela de zombies. No hay infecciones ni contagios. Puede que los coyotes sean la respuesta de la naturaleza al vaciado de especies, o quizás al orgullo del ser humano.

Las Guerras del Código relata el conflicto entre el ser humano y la naturaleza, una batalla que se gesta en nuestro interior desde el origen de la vida. Ahí se esconden nuestros peores miedos.

 

http://edicionescivicas.org/producto/las-guerras-del-codigo/

Written by Juan Manuel Sánchez-VIlloldo

13 septiembre, 2016 at 14:19

La vida en cincuenta céntimos.

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Azimov, Clarke, Benford, Niven, Bradbury… Todos ellos llegaron después. Mucho antes estaban en mi lista Clark Carrados, Silver Cane, Lou Carrigan, Curtis Garland, Peter Kapra, Burton Hare, Marcus Sidéreo, Joseph Berna… y muchos más.
El día de mi cumpleaños recibí muchas felicitaciones, es lo que tienen las redes sociales. Me felicitaron ex-compañeros de estudios, ex-compañeros de trabajo, ex-novias e incluso ex-cónyuges. Como siempre no eran todos los que estaban ni estaban todos los que eran, pero me llevé unas cuantas bellas sorpresas.

Mi vida, mi desastrosa vida, ha cambiado mucho en tres años. Ese cambio ha sido tan radical que casi no me reconozco en el espejo. Me he convertido en un nómada, que mas que viajar, rebota en las fronteras de los continentes sin un destino fijo. No sé si quiero, ya en la cuesta abajo de mi vida, echar raíces o no. Tampoco quiero planteármelo.

Pero hablaba de felicitaciones.

Entre todas ellas hubo una que me impactó. Desde que me he decidido a escribir, a juntar letras, y he recibido algunas buenas -y generosas- críticas, me veo a menudo sumergido en conversaciones en las que no puedo opinar. He llegado muy tarde a la literatura, y necesitaría otra vida para ponerme al día en todo lo que mis compañeros de aventuras literarias me aventajan. Pero yo tengo un tesoro valioso: Yo cambiaba novelas por cincuenta céntimos.

En aquella España de los años sesenta, una «novela», así llamábamos a los libros de bolsillo de Bruguera, costaba alrededor de 1,50 en pesetas, claro. Pero esa picaresca tan nuestra funcionaba a la perfección: Por cincuenta céntimos cambiabas una dos novelas en las tiendas de chucherías.

Así establecí contacto con lo que ahora sé que se llama «pulp» español. Nunca fui muy amigo de las novelas del oeste ni de las hazañas bélicas, tampoco de las novelas románticas de la celebérrima Corin Tellado, pero devoraba cuanto caía en mis manos de terror y ciencia ficción.
Siempre me ha gustado leer, y si he llegado a los autores con premios Nébula y Hugo, es gracias a la tinta que inyectaron en mis venas aquellos autores desconocidos entonces, de lo que todos el mundo sospechaba que eran españoles camuflados en nombres americanizados, aunque nadie lo sabía a ciencia cierta. La verdad es que no cometían errores. Sus historias eran cautivadoras, hipnotizantes, y te causaba pena tener que espera una semana para leer el siguiente título.
Detrás de esos nombres había -hay- una historia. Novelas censuradas por el franquismo, premios nacionales de literatura, premios planeta… Escritores de oficio, si. Pero no «carpinteros de literatura». Buenos escritores de oficio.
Muchos de ellos nos han dejado, pero he llegado a tiempo de conocer a uno de mis favoritos, Ralph Barby, quien sigue escribiendo y espero que lo haga durante muchos años más, aunque ya no tiene que demostrar nada a nadie.
Decía que algunas felicitaciones me sorprendieron, bien: una de ellas fue -precisamente- Ralph Barby.
Fue encontrar un ídolo de la infancia y adolescencia. Si de verdad agradecí la felicitación, fue porque me dio la oportunidad de agradecerle en persona lo que aprendí con todos aquellos autores.

Ellos me elevaron hasta las estrellas y me hundieron en la tierra hasta las más profundas catacumbas, y creo justo reconocer que aportaron, a lo poco que yo sepa escribir, tanto como los «grandes» autores que mencionaba al principio.

No soy yo nadie para hacer homenajes, pero no quería dejar de contarlo. Todo empezó con cincuenta céntimos, aquella monedita con un agujero en el centro que usábamos para adornar los cinturones o jugar a la peonza.

Un libro, siempre es un libro: aunque sólo cueste cincuenta céntimos.

Written by Juan Manuel Sánchez-VIlloldo

27 julio, 2015 at 12:24